Cementerios de Elefantes

 Cuando ya no son "útiles" los apartamos. En el mejor de los casos los internamos en residencias -públicas o privadas- donde no molesten, donde no nos molesten. Donde no estorben nuestras perfectas vidas, en las que desentonan. Porque no tienen cuerpos perfectos ni mentes al cien por cien. ¡Que mas da que ello sea producto de años de esfuerzo y penalidades para sacarnos adelante!.
 Nosotros tenemos que "vivir" nuestra vida. Lo importante es el presente. Para ellos inventamos leyes de dependencia que, a la mínima, incumplimos. A su experiencia le llamamos "batallitas del abuelo". ¡Y siempre se empeñan en contarlas cuando estamos viendo la tele!. Y es que entre lo que el abuelo nos pueda contar y lo que Belén Esteban larga, no hay color. Preferimos a la Esteban. Si los abuelos ya no pueden ayudar en casa o cuidar de los nietos, es que ha llegado la hora de internarlos en el asilo-perdón, en la residencia de mayores-. Allí estarán bien atendidos aunque solos.
 Pero claro, es que no tenemos tiempo para ellos. Y además no saben informática, no están al día, no nos entienden. Nos hablan de guerras terribles, de épocas de hambre, de las que salieron apretando los dientes. Nos hablan de sacar adelante a la familia sin nada a lo que agarrarse. Nada, nada. El abuelo está chocho y hay que ingresarlo. Sobre todo si su pensión es pequeña...
 Cuentan los zoólogos que los elefantes, cuando sienten que llega el final, se dirigen, por instinto a un lugar común donde mueren. Pero nadie los lleva a la fuerza ni les convence que es por su bien. Esta es, pues, la sociedad civilizada. Pero no nos preocupemos. Un día, mas cercano de lo que parece, nuestros hijos nos subirán al coche y nos llevarán a un sitio  donde nos intentarán convencer de que debemos ingresar por nuestro bien. Estaremos atendidos, no cabe duda, pero también solos. Y entonces-demasiado tarde- nos acordaremos de nuestros abuelos.

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