Un Clavel

En la fría noche porteña, en el corazón de San Telmo, un conventillo- templo del Tango-estaba lleno. Aquella noche Stella Robles cerraba su ciclo en el local. Rodeada de admiradores se deslizaba por el escenario en los brazos de su compañero. El bandoneón acariciaba sus notas melancólicas por los tablones del escenario mientras el único foco del local besaba su piel nívea.
 Desde la última fila de mesas un hombre, solo, no podía quitarle los ojos de encima. Cuando la bailarina terminó el local se vino abajo en aplausos y piropos para la "Diosa de marfil", como la había bautizado la prensa. Su compañeró, discretamente, se retiró para dejar que Stella disfrutara de su merecido homenaje. El sudor regalaba brillo a la piel de la artista y su media melena se movía sensual con los gestos de agradecimiento de la joven diva.
 Esta no pudo ver que, en la penumbra, el caballero solitario se levantó y se escurrió por un lateral del local. El inspector Torres, de la Policia Federal, estaba impaciente. Cuando Stella llegó a su camerino el ya estaba allí. Ella fingió sorpresa pero lanzó una risita lasciva cuando él la rodeó con sus brazos y la atrajó hacia sí. Con un solo movimiento la despojó de su vestido de noche, negro y de lentejuelas, sabiendo que no llevaba nada debajo- la leyenda era cierta-. La atrajo hacia una silla donde ella, tomando la iniciativa, lo empujó y, sentándose encima, extrajo su miembro y ella misma se lo introdujo. Iniciaron los dos un baile frenético sobre la silla que terminó con un orgamo simultáneo.
 Después de recuperar el aliento, Torres se recompuso la ropa y sacándo la petaca dejó que el ardiente licor rascara su garganta.
- Bebes demasiado, querido
-¿Tu crees?. Lo necesito. Es un buen compañero.
- Algún día te matará
- Y que... O lo harás tú. Ven conmigo
- Pero mi amor- susurro ella como una gatita condescendiente- sabes que no puedo. Mi carrera...Tu mujer...
-Yo estoy dispuesto a dejarlas a las dos si tu me lo pides
-Ahora mo puedo, Max. Sabes que la semana que viene me voy para mi gira europea
- Entonces ¿cuando?
- A mi vuelta hablaremos
Máximo Torres, una leyenda entre los bajos fondos de Buenos Aires y en el Cuerpo bajó la cabeza.
Estuvo a punto de decirle el motivo por el que bebía, pero no podía hacerlo. Se puso la chaqueta y la gabardina de cuyo bolsillo cayó el diario de la tarde: "La Policia busca al asesino del clavel, que ayer mató a su quinta prostituta en la zona portuaria".
 Stella también lo vió y preguntó:
-¿Sabeis ya algo?, ¿Alguna pista?
- Nada, pero no puedo hablar de eso.
Stella estaba vestida ya y se arrebujó en su abrigo de zorro, regalo de Max.
- ¿Tomamos algo?, dijo Max
- No mi rey, tengo que estar descansada. Parto mañana. ¿Vendrás a despedirme al puerto?
- Si claro...
Max la besó con un beso húmedo, cálido, eterno...
- Adios Stella.
Stella salió después de él. Se aseguró de que no la seguian y tomó la dirección del puerto. En el camino se paró en un solitario puesto de flores, a punto se retirarse, y compró el clavel rojo mas bonito que había.Su rostro mostraba ahora una palidez siniestra y un gesto cruel.
 No pudo ver, al otro lado de la calle, una figura que, en la oscuridad la observaba mientras apuraba su petaca y que no podía evitar que a sus fatigados ojos asomaran unas lágrimas desesperadas.

0 comentarios:

Publicar un comentario