¿Por qué conducía yo, camino del aeropuerto, a horas tan tempranas, si no iba a coger ningún avión?. ¡Ah, ya me acuerdo!. Cuando un amigo, un afortunado amigo, te pide que lo lleves al aeropuerto para iniciar unas vacaciones en el Caribe, lo llevas. Y si es un amigo como este, de los de los tiempos difíciles, lo haces sin rechistar. Aunque sean las siete y media de la mañana de un sábado de verano y aunque te corroa la envidia.
En fín, observé, desde la somnolienta cafetería, como la aeronave despegaba. ¿Ahora qué?. No iba a volver a la cama y no se me ocurría que podía hacer. Acabé por sentarme en una de las desiertas mesas y pedir un desayuno. Agarré en la barra una buena provisión de periódicos calentitos y me sumergí en ellos.
Unos cuantas cifras del paro y conflictos internacionales después, a través del muro de papel una voz llamó mi atención.
- Perdona, la oficina de información- Inconfundible acento argentino, voz deliciosa-
Detrás de tí, dije sin apartar los ojos de la letra impresa, señalando la salida de la cafetería
- Vos sós de aquí
-¡Si!...pero...- Y entonces levanté la vista
Era la criatura mas hermosa que había visto en mi vida. Alta, cuerpo juncal, piel morena y una cara de angel que me miraba con sonrisa finísima y ojos del color de la miel. Su cabello era muy fino y lacio, cortado como una de esas melenitas de las chicas de la belle epoque.
Enseguida la sangre acudió a mis mejillas. Aquella visión era real y no el producto de un dibujante de comic erótico, aunque sus pechos, que desafiaban a la gravedad bajo una camiseta de tirantes, y su cintura señalaran lo contrario.
Se sonrió y, sin darme tiempo a salir de mi azoramiento dió la vuelta y se dirigió al lugar que le había indicado. Intenté balbucear algo pero la visión de sus nalgas alejándose me hipnotizó
Todavía estaba en trance cuando ella volvió, peleándose con un plano de la ciudad. Sin decir palabra se sentó en mi mesa.
-Me permitirás que te invite a desayunar, lindo- me dijo- aunque solo sea por la información
-Vale- "¡Vale!... ¡Vale!. Se sienta en tu mesa un pibón del quince y medio¿ y tu solo dices vale?. Un momento. Aquí falla algo. Te ha llamado lindo. Esto tiene que ser una broma. ¿No será una cámara oculta?"
- Me llamo Malena y soy de Buenos Aires. Vengo a ver tu ciudad
Se levantó y me dió dos besos
- Pues si quieres te llevo-"ya era hora de que dijeras algo coherente"
- Bien. No tengo equipaje. Solo esta mochila, este sombrero tejano y mi pashmina de la suerte.
Ya en el coche me propuso que le enseñara la ciudad. La llevé a los lugares mas turísticos y también a algunos que solo eran importantes para mí. Yo hablaba mucho y ella poco. Solo me miraba con aquellos ojos negros como la desesperanza y aquella sonrisa de fresa. Comimos, a petición suya, en una pizzeria y tras pasear por la zona antigua acabamos en mi club de Jazz favorito. A mis tópicos sobre Argentina respondía destruyéndolos. Gardel le parecía un llorón, Borges un "boludo" y no soportaba la carne a la parrilla.
Cuando nos dimos cuenta ya era de madrugada y, ayudado por el alcohol le propuse que pasara la noche en mi casa.
-¡Ah, tienes mas de una cama! dijo ironica.
- Una cama y un sofá cama.
Se instaló en el sofá, aunque yo insistí en cederle la cama.
Me quedé dormido enseguida. No debía llevar mucho tiempo con Morfeo cuando sentí que se abría la puerta. A contraluz pude ver su silueta desnuda. Apoyada con una mano en la puerta me miraba, mientras la otra recorría sus pechos firmes y no muy grandes. Bajó su mano parándose en el ombligo, con el que jugueteó antes de acariciar su pubis, practicamente rasurado. Todavía no muy espabilado pregunté
-¿Que pasa?, ¿Que....?
¡Ay Pipo, estoy muy caliente...!. Es que el Jet Lag me hace sentir...- Su voz de niña hacia bullir aquellas, de por si, calientes palabras.
- Ayúdame, Pipo. Hazme un sitio- Su respiración se aceleraba
Aparté las sábanas como el rayo. La cogí de una de sus delgadas manos mientras yo me sentaba en la cama. La atraje hacia mí pasando mis labios por su ombligo, mientras, con la otra mano acariciaba sus nalgas. Noté en ellas unas cicatrices pero no reparé demasiado. Ella se limitaba a dirigir mis caricias cogiendome del pelo y gimiendo gatuna. Me empujó para que cayera boca arriba, sobre la cama y deslizo su sexo hacia arriba, sobre mi pecho, colocándolo en mi boca.
Es cierto que cada mujer tine su sabor, pero aquel era totalmente distinto a los que había probado. Era ambrosía. Deje de aferrarme a su trasero y estiré mis brazos para, con las yemas de los dedos, tocar sus pequeños y duros pezones. Ella, por su parte, se había inclinado, sin apartar su sexo de mi boca, hacia atrás atrapando mi pene entre con su mano. Satisfecha con mi excitación me miró y sonrió. De un salto se ensartó en él comenzanndo una cabalgada furiosa que termino con un grito que tuvo que despertar a todo el vecindario. A continuación yo la seguí hasta en exquisito final.
¿Final?. Eso me creía yo. Con un movimiento felino se colocó a cuatro patas mientras con un explícito ¡Vamos! me invitaba penetrarla. ¡Y yo ya estaba recuperado!. Me aferré a sus caderas como si me fuera la vida en ello y bombeé hasta el fin de los dias, es decir, hasta el orgasmo.
La noche siguió con una sucesión de posturas y caricias, lametones, mordiscos, que nos dejaron agotados y en el suelo.
A la mañana siguiente, habiendo resucitado y despertando en el paraiso del sexo me la encontré, a mi lado, vistiendo una de mis camisas abiertas, por único atuendo, y tomando lentamente su mate en su matera repujada.
No salimos de casa en toda una semana. Varias veces entendí aquello de la "petite morte". Las pocas veces que descansábamos ella exploraba mi casa fisgando en mis libros, mis discos y mis películas clásicas. Eres un poco aburrido en tus gustos, me espetó.
Pasaron los dias y una tarde de manto ceniciento me dijó.
-Corazón, mañana me voy. Puedes llevarme al aeropuerto.
- Si pero....
- No insistas, por favor. El billete era de ida y vuelta. y además tengo que irme
Insistí, pero al ver que no conseguía nada, me callé. Pero no podía demorar la pregunta
-¿Que son esas cicatrices...?
- ¡Nada, no son nada! ¿¡Me oyes, no son nada1?- Tenía los ojos llenos de lágrimas
No dije nada mas. El resto de la noche nos refugiamos en un placer que ahora sabía efímero
El despertador evitó que ella perdiera el avión. Aunque también estuvo a punto de perderlo pues, durante el trayecto, lo hicimos en un area de descanso, por última vez. No hablamos el resto del viaje.
La ví, por última vez, cuando se dirigía a la escalerilla dxel avión. Se giró y alzando su sombrero vaquero por encima de su cabeza, me mandó un beso.
De vuelta a casa intenté convencerme de que aquello debía de ser solo una aventura. Que ella sería un bello recuerdo. No sabía hasta que punto Malena corría ya por mis venas.
Llegue a casa y me deje caer en la cama. Las sábanas olían a Malena. Y entonces lo ví
Encima de la mesilla había un ejemplar de "El Aleph" de Borges. Era una primera edición. Lo abrí, había algo escrito.
"A Malena, discípula aventajada" J.L.Borges
También había un posit: "Me gusta Borges, Me encanta Gardel y, sobre todo, me vuelves loca tu. Por eso tengo que irme. Nunca te olvidaré"
¿Te supone el Año Nuevo un reto?
Hace 4 años
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