Los Amantes que perseguían el Otoño

 Ninguno de los dos era un niño ya. El intentaba ser feliz como profesor de historia en un Instituto. Ella dirigía una pequeña editorial. El estaba divorciado, sin hijos. Ella  viuda prematuramente, tampoco tenía hijos. A los dos los presentó un amigo común, que sabía de los intentos de él por publicar una novela històrica en la que venía trabajando años atrás. A ella, la novela, le gustó, mucho, casi tanto como él. Para él fué mas lento; herido por una ruptura traumática, había cerrado las puertas. A ella le costó derribarlas, pero no hay nada comparable con el empeño de una mujer cuando quiere algo.
 El caso es que tenían aficiones comunes: El cine clásico, el Jazz, y por supuesto, los libros. Les gustaba quedar al atardecer en cafeterías antiguas sin televisión, con música suave. Y hablar, hablar, hablar..........
 Pero como ninguno de ellos. como ya dije,  era un niño, las cosas pasaron rápido.
 Ocurrió en el apartamento de él. Un piso antiguo pero rehabilitado lleno de mùsica y libros. De hecho, la primera vez que ella entró, ni siquiera pasó del pasillo, ocupado por estanterias hasta el techo, llenas de libros, que la fascinaron. Otras veces ella fué visitando las demás estancias de la casa, con mas libros. A ella eso le encantaba y él lo sabía.
 Y entonces llegó el sexo. La primera noche fué salvaje. Empezaron en el salón y acabaron dejando un reguero de ropa hasta la habitación. Fué un festival de arañazos y mordiscos que dejó fluir la pasión contenida que ambos habían guardado demasiado tiempo. Sus cuerpos sudorosos y hambrientos se portaron como si tuvieran veinte años menos. No pararon en toda la noche y parte de la mañana. Ella no quiso quedarse a dormir.
 Poco a poco sus encuentros sexuales fueron derivando a caricias y suaves lametones. A confidencias y risas, según iban saciando su hambre atrasada. Pero de una cosa estaban seguros: nunca hacerlo había sido mejor. Y eso que los dos tenían sobrada experiencia. Nada podía sorprenderles, en este terreno. ¿o si?.
 Porque corrieron los meses y el invierno cedió ante la primavera y esta fué desalojada por el verano. Y entonces ocurrió. Llegó el otoño.
 Su primer encuentro otoñal se produjo a primeros de octubre. Era por la tarde y una lluvia gruesa repiqueteaba contra los cristales, que filtraban una luz amarillenta, como de arco iris. Aquel encuentro fué especial. Pusieron en el CD un recopilatorio de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong. Comenzaron a amarse. Y esta vez volvio el salvaje hambre del principio, pero con los susurros y las caricias de despuès. Sus bocas luchaban por encontrar sus lugares mas intimos en una especie de duelo por darse placer. Sus manos recorrian sus cuerpos como patitas de arañas traviesas. Jamás lo habían hecho así. Jamás habían pensado que se pudiera hacer así. Ella hubiera jurado que la potencia sexual de él se había multiplicado. El no dió crédito cuando ella, en un breve descanso, para no caer desfallecidos, se acercó desnuda a la ventana nocturna y la luna le devolvió la imagen de una ninfa adolescente....
 Aquel otoño fué muy intenso, y muy breve. En esto la novela de él comenzó a venderse. Y no solo en España. Ella se convirtió en su agente, al pasar el otoño. Entonces sus encuentros sexuales comenzaron a distanciarse. Se veían por trabajo, iban a sus cafeterías, al cine, pero ya no era lo mismo. Seis meses después el presentaba la edición inglesa del libro en Nueva York. Su hotel tenía vistas a Central Park, que en esa època del año era una explosión de rojos, amarillos y naranjas. Cogieron habitaciones separadas, como siempre en el trabajo . Y volvió a ocurrir. Como en el otoño anterior. Sexo desenfrenado, ternura desatada, una locura. Y así todo el otoño. París, Londres, Berlín, Roma. En invierno volvieron y descansaron. Entonces ella, que manejaba la agenda de él, tuvo una idea. Programó para la primavera todas las presentaciones en el hemisferio sur. En Sudamérica. Argentina. Chile, Uruguay, Paraguay..... A a la editorial le extrañó su insistencia, pero lo dejaron estar. Y volvió a ocurrir: Carcias, arañazos,mordiscos, lametones....
 Desde entonces, los dos amantes, persiguen ansiosos el otoño..........

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