La Batalla de las Orquestas

Entre 1926 y 1958 existió, en Nueva York un maravilloso lugar donde los jóvenes iban a bailar, sin distinción de razas, y en el que tocaron los mejores músicos de Jazz y los primeros rockeros. Ocupaba una manzana en la Avenida Lennox, entre las calles 140 y 141.
 Allí ocurrió un acontecimiento legendario, del que todos los aficionados al Jazz han oído hablar.
Estamos en la noche del 11 de Mayo de 1937. Europa se desliza hacia una guerra mundial; España se desangra en una guerra civil; Alemania e Italia se encuentran bajo la bota fascista; En la Unión Soviética Stalin celebra sus famosos "juicios". Los propios Estados Unidos no han salido todavía de la Depresión.
 Ajenos a todo ello, cuatro mil jóvenes de ambos sexos, formaban una cola que daba la vuelta a la manzana del Savoy. Ellos con pantalones anchos y chaquetas de tweed, ellas con calcetines, zapatos bajos y faldas de tablas que volaban al bailar.Y bailaban..., bailaban el "Lindy Hop" o "Jitterbug", que escandalizaba a sus padres. El tráfico se paralizó y el caos en la avenida Lennox fué total.
 Aquella noche se iban a "enfrentar" sobre el escenario las dos mejores "Big Bands" del mundo. La de Benny Goodman y la dee Chick Webb. Entre ambas habían vendido decenas de millones de discos. Todo había surgido como idea de Webb, harto de que se pusiera en duda su liderazgo en el terreno de la música "Swing". Por ello retó a duelo a varias orquestas- la de Lunceford, la de Ellington, la de Basie y la de Goodman-. Todas ellas iniciaron el fenómeno de los Clubs de fans que hoy todavía pervive.Goodman, el chico judio de origen europeo, guapo y elegante, aceptó enseguida el reto. Tenía 26 años y quería comerse el mundo. Y que mejor que enfrentarse con aquel bateria enano y jorobado que, desde un asiento especial tocaba su batería como el diablo. Antes de salir, Chick se dirigió a su banda y dijo:"Muchachos, es mi hora. Quien pierda una nota que no vuelva".Sabía que esa noche se jugaba el título de "Rey del Swing". Para que la competición fuera justa las dos bandas contaban con los mismos arreglos.
 Cuentan las crónicas que aquella noche "ardió" el Savoy. La sentencia la dió el maravilloso Kruppa, batería de Benny, quien, al final de la agotadora velada, se dirigió a este y le dijo: "Jefe, me han hecho pedazos".
 Aquella noche gano la banda de Chick Webb, pero el esfuerzo, unido a su quebrada salud- aunque solo tenía 35 años-, le supuso un deterioro físico que acabaría con su vida dos años después.
 En cuanto a Benny Goodman siguió un meteórico ascenso y a los ochos meses daba el mítico concierto en el "Carnegie Hall" que lo consagró definitivamente. Pasó a la historia como "Rey del Swing" y murió rodeado de honores y reconocimiento cincuenta años después.

2 comentarios:

Egeria dijo...

Creo que nacimos a contratiempo y en el sitio equivocado. ¿Te imaginas, poder estar esa mítica noche en el Savoy?

Leonidas dijo...

Si, a veces yo también lo pienso. A mi la época de entreguerras europea me parece fascinante, no solo musicalmente, sino en la literatura, la pintura,en todo...¡Lo que dariamos por poder oir en directo a aquellos monstruos!. Gracias por tu comentario, Egeria.

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