Cuatro días con una dama de las letras

He tenido la suerte, la inmensa suerte, de acudir, durante cuatro días, al taller de escritura narrativa que Marina Mayoral ha impartido en la Biblioteca "Gonzalez Garcés" de La Coruña.
 Siempre hay nervios y una sensación extraña cuando un lector se acerca, por primera vez, a un autor al que ha leido y conoce solo por la contraportada de sus libros. Si, además, se trata de una escritora consagrada de la que aprender, la sensación se acentúa.
 Marina Mayoral(Mondoñedo, 1942), catedrática de literatura prestigiosa y escritora de indudable éxito, no necesita demostrar nada. Si se presta a impartir estos talleres es por amor a la escritura y ganas de ayudar.
Esta mujer de aspecto frágil, voz pausada y dulce, maneras elegantes y sentido del humor inteligente, sorprende por su humildad. Domina el auditorio sin tener que elevar la voz. No necesita artificios deslumbrantes para demostrar lo que sabe. Posee una mente privilegiada, cultivada a través de años de estudio, lectura y docencia. Su capacidad para corregir, en segundos, relatos que el alumno lleva horas elaborando, es asombrosa. Porque además los mejora.
 Durante el curso nos habló de la voz narradora, del narratario, del tempo de una historia, de los espacios narrativos y de la construcción de personajes. Todo ello trufado con ejercicios para implicar al alumno en el curso. Para ello se vale de grandes autores como Azorín, Pardo Bazán, Cortázar, Proust , Pérez Reverte, etc.
 Han sido cuatro días que han pasado demasiado rápido y me han dejado un buen sabor de boca. Además me he reencontrado con antiguos amigos, aficionaods a la escritura como yo. En fín, me queda el consuelo de que el 24 de este mes podremos volver a juntarnos para asistir a la presentación de "Deseos", la última novela de la creadora de  la inolvidable Brétema. Al despedirnos me dijo: sigue escribiendo, lo has hecho bien. Pienso que el comentario se debe más a su generosidad que a mis méritos. Sin embargo, en este mundillo, en el que abunda la mezquindad de los pequeños es agradable  experimentar la generosidad de los grandes. Gracias, Marina.

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