Dicen que los hombres y las mujeres somos iguales. Si hablamos de derechos y obligaciones estoy de acuerdo; si hablamos de igualdad de oportunidades y capacidades intelectuales, también. Pero ¡Cuidado!, no vayamos mas allá. Si alguno quiere hacerlo....allá él. Si es tan temerario como para llevarlo a la práctica le propongo una actividad (no, no esa que están pensando). Se trata de ir de compras con la novia, esposa, amiga o similar.Y como hay que predicar con el ejemplo, yo lo he hecho. ¡Y todavía me estoy recuperando¡.
Todo empezó una tarde otoñal, en una cafetería y con una amiga. Sería el buen Jazz que ponian, el delicioso café, o la cálida voz de mi "partenaire"; el caso es que dije:
- Voy a ir de compras. No me apetece, pero tengo que comprar algo de ropa. En ese momento sonó el "click" que teme todo soldado que atraviesa un campo minado, el que precede a la explosión. Y esta se produjo:
- Si quieres voy contigo, dijo con voz inocente(Traducción: o voy contigo o convertiré tu vida en un infierno)
Ante aquella amable propuesta no tuve mas remedio que rendirme.
Quedamos en el centro comercial de rigor, ante otro café. Me preguntó alegremente que "ibamos" a comprar. Ante mi lista de necesidades, con color y forma incluidos, tomó un aire ausente y sentenció. ¡Vale!(Traducción: Pero mira que eres hortera)
Lo que siguió fué una "orgía" nada placentera de estantes, probadores, reproches, perchas, codazos a las rivales..............
Horas (o dias) despuès, me preguntó. ¿Te aburres?. Tuve que mentir para salvar mi vida. En aquella vorágine de "sisas", "entallados", "dobladillos" y otros tèrminos extraños , nos cruzamos con otra pareja, que solo ella conocía. Bastó un cruce de miradas solidario con el otro tipo para darme cuenta de que era como yo.Una víctima
Si esperaba ayuda de las dependientas fué en vano. Ellas siempre se apoyan entre sí, son de la misma especie. Incluso recibí una lección sobre rayas y cuadros, sobre colores que adelgazan o engordan. (vaya por dios,¡ y la gente pasando hambre y machacándose en los gimnasios!). Lo malo es que un centro comercial es una trampa perfecta, pues antes, entre comercio y comercio, había el respiro de la calle. Ahora no. Ahora es un tunel de lavado para tarjetas de crédito.
Por fin agotado, yo, y feliz, ella, terminamos. Volvimos a la cafeterìa del principio cual círculo Kármico donde otras como ella me miraban entre compasivas y burlonas. Entonces sucedió. Mi amiga clavó sus ojos y ,despuès de decir que yo había hecho una gran compra (¡¡¡¿¿¿yo???!!!, que no había abierto la boca) ,se le iluminó la cara y me dijo;
-Ahora vamos a comprarte una cosa. Te voy a regalar algo que yo uso; ¡Mi gel de chocolate!......
Fué entonces cuando me entró el pánico, sudores frios, temblor en las manos, sensación de ahogo.
Como pude huí de allí, atropellando a venerables ancianas que carretaban cientos de bolsas. Alcancé la calle gritando ¡Noooooooooooo!. Atrapé un taxi y, como en las películas le exigí
- Saqueme de aquí
- ¿A donde vamos?
- ¡Le he dicho que arranque!
El tipo lo hizo y,sin mirar atrás, recuperándo el aliento, le dí mi dirección
Cuando faltaban cien metros, la ví. La cafetería de toda la vida. Mandé parar al asustado chófer y entré a trompicones en el templo hostelero. Detrás de la barra un aburrido camarero secaba rìtmicamente unos vasos. Me apoyé en el mostrador y le dije: ¡Por favor, por lo que mas quiera!, ¡media docena de churros y un chocolate, pero de los de beber!. Esperaba llegar a tiempo para salvar la civilización.
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