Sigo inmerso, aparte de en este blog, en la lectura del libro
3oo Guerreros, la historia de un espartano- Aristodemo- y su comportamiento en la batalla de Las Termópilas. A la espera de finalizar su lectura, y de comentaros la misma, he de anticiparos que me resulta provechosa.
He de decir que lo que me gusta de Esparta no es el aspecto de sus guerreros, que raya en el hedonismo pervertido. Tampoco sus ideales, que la convierten en una dictadura incompatible con la democracia ateniense, que es la que me gusta.Lo que me atrae de Esparta es el espíritu de sacrificio y la abnegación al defender, hasta el fin, unas leyes que los hacían iguales y un espíritu de sacrificio admirable que, acompañado de la sobriedad, adornaba a unos soldados cuya única distinción era la consideración de sus iguales(Omoi)..
En la época sus sacrificios sirvieron para que, en Occidente, anidara la idea de libertad. Se sacrificaron, en torno a su rey, por el sentido del deber. Y eso es lo que me interesa. Ahora que me enfrento a la batalla mas decisiva de mi vida, apoyado por mis iguales e intentando ser abatido por mis enemigos, mas o menos camuflados, me siento imbuido por la respuesta del auténtico Leónidas que, como respuesta a la exigencia persa de entrega de armas, mi homónimo respondió;
Molon Lave (Venid a por ellas)
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