El cine de Douglas Sirk

El melodrama es un género cinematográfico en si mismo. Tuvo su era de esplendor entre los cuarenta y los cincuenta. Tuvo, también, sus directores especializados, de entre los cuales destaca Douglas Sirk.
Sirk nació con el siglo, en la primavera de 1900, siendo alemán de naturaleza y danés de origen. Su verdadero nombre era Claus Detlef Sierck.
 Claus desarrolló una precoz afición  por el teatro y, en particular, a los dramas. En 1919 se matriculó en derecho en la universidad de Munich pasando después a matricularse en filosofía e historia del arte en su Hamburgo natal.Fué discípulo aventajado de Panofsky, uno de los mejores historiadores del arte alemán Sus primeros trabajos fueron como periodista, aunque esta no era su verdadera vocación sino  tradición familiar. En cuanto pudo zafarse de la influencia paterna se introdujo en el mundo teatral, como ayudante de dirección y director artístico. Colaboró con lo mejor del teatro alemán de entreguerras, interviniendo en motajes como la "Ópera de tres peniques". Fué amigo de Max Reinhardt.
En los años treinta Alemania, a través de la UFA, se postuló como la alternativa europea a Hollywood y buscó jóvenes talentos en el teatro. Allí, con 34 años, Sirk dirigió su primer corto, "Zwei Genies", que gustó a sus jefes los cuales le encargaron su primer largometraje "Das Madchen vom Moorfhof"". Enseguida llega su primer melodrama "La Novena Sinfonía" en la que un director de orquesta adopta a un niño abandonado. Rueda también "Golondrina Cautiva" y "La Habanera", esta en Las Canarias. Entretanto los nazis han llegado al poder y Sirk se convierte en uno de los directores mimados por el ministro Goebbels.  Se divorcia de su primera esposa, una célebre nazi y se empareja con una actriz judía, Hilda Jary, que ha de huir a Italia. La exesposa de Sirk los denuncia por contravenir las "leyes raciales" y Sirk se reune con Hilda en Roma. Despuès viajan juntos a los Estados Unidos.
 A principios de los cuarenta Sirk ha cambiado su nnombre, americanizándolo. Y hace una película recreando la operación de la resistencia checa para matar a Heydrich, el jefe del servicio de información de las SS. También adapta a Chejov al cine con un gran esfuerzo en  "Extraña Confesión" y recrea la vida del célebre Vidocq en "Escándalo en París". Aquí conoce a uno de sus actores preferidos, George Sanders, con quien rueda "El asesino poeta".
 Llegan los cincuenta y Sirk firma por la Universal donde, gracias a la libertad creativa de la que disfruta, llegará a la cumbre del género. Primero explora el cine histórico con "Atila" y "Orgullo de Raza"; el musical con "Meet mi in the fair", incluso el western con "Raza de violencia". Convendría que algunos que acusan a Sirk de hacer solo melodramas vieran estas películas.
 No vamos a negar que es en este género donde brilló especialmente su talento, con actores como Barbara Stanwyck o Jane Wyman en grandes títulos del género como "Su gran deseo", "Siempre hay un mañana" y "Obsesión", obra maestra, con un debutante Rock Hudson, revisión del film de Stahl.
 Estamos en lo mejor de su carrera, con el dúo protagonista de su última creación haciendo "Solo el cielo lo sabe" en la que se plantea un conflicto de diferencia de edad y de clase. Película de planteamiento aún actual.
 Con Hudson vuelve a hacer otro de sus títulos legendarios "Escrito sobre el viento" en el que narra un triángulo amoroso Hudson-Bacall-Stack.
 Vuelve a inspirarse en su referente, Stahl, para versionar "Huracán", con guión del genial J.M. Cain. Estamos en 1956 y, tras veinte años, Sirk es uno de los monstruos sagrados de Hollywood.  Va a cerrar su carrera con tres títulos insuperables: "Angeles sin brillo", sobre las ferias aéreas en la Depresión según Faulkner. Sigue con "Tiempo de amar, Tiempo de morir" una magnífica historia de amor en la guerra, basada en  Remarque- bestia negra para los nazis-. Para terminar, con canto de cisne nos regala "Imitación a la vida", otro "remake" de J.M. Stahl sobre el racismo con una de las mejores interpretaciones de Lana Turner.
 En la cumbre de su carrera deja el cine por dos motivos importantes. Su mala salud y la repugnancia que le produjo la llamada "caza de brujas". Se plantea volver a Alemania pero, ante la permanencia en el poder de muchos antiguos nazis, rechaza la idea. Se instala en Suiza dedicándose al teatro. No vuelve al cine salvo algún corto. Muere en Lugano en 1987.
 Podemos decir, sin temor a equivocarnos que la dirección de actores, la puesta en escena y las adaptaciones de Sirk están entre lo mejor de la historia del cine. Ha influido en muchos directores posteriores y uno de los que mas le debe, según confesión propia, es Pedro Almodóvar.


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