Mil Caballos (I)

Me llamo Mike O`Connor y voy a morir. No me quejo. He vivido una  vida plena. Tengo una esposa tierna, paciente y dedicada a mí. Mis hijos me adoran y me ayudan en el negocio familiar, una herreria. Mis nietos me vienen a visitar frecuentemente  y son la alegría de mi vida, que se apaga. Siento que este año de Nuestro Señor de 1870 es el último. Este otoño, frío y húmedo, tan escocés como yo, es un anuncio del final. Desde la ventana de mi dormitorio puedo ver mi ciudad, Edimburgo, a lo lejos. También puedo ver la razón de mi oficio; los caballos. Mis nobles amigos. A ellos he dedicado mi vida y por ellos he pedido ser enterrado en la tierra de pastos que rodea mi casa, para poder alimentar, con mi cuerpo, los pastos que ellos comen.
 Debería estar en paz con mi conciencia, pues en Dios no creo. He visto demasiadas cosas como para conservar la fé. Pero mi conciencia..... Mi conciencia no me deja morir en paz.
 Sucedió hace mas de sesenta años. Yo era un crío con pajaros en la cabeza. Siendo aprendiz de herrero me alisté en las fuerzas que el Duque de Wellington estaba reuniendo para luchar contra Bonaparte en España. Antes de darme cuenta estábamos desembarcando en Portugal. Yo intentaba cuidar los caballos de mi regimiento lo mejor que podía. Pero entonces empezó a torcersela situación.
 Penetramos en España, hacia Madrid, y fuimos derrotados por el mismo Napoleón. No tuvimos mas remedio que retirarnos al Norte, bajo el mando de un recio escocés, Sir John Moore. Fueron semanas espantosas, luchando contra el frío, el hambre,una tierra inhóspita y la desmoralización. Siempre retirándonos, sin descanso. Entonces vimos el mar. Habíamos llegado a La Coruña. Muchos de "mis" caballos habían muerto. Yo estaba a punto de desfallecer. Solo el temple de su señoría el general, nos mantuvo unidos. Entonces nos dimos la vuelta y nos dispusimos a luchar por nuestras vidas. Yo empuñé un fusíl por primera vez. Tras una tarde  furiosa paramos al enemigo. Además, la Armada Real venía en nuestra ayuda para rescatarnos.
 Entonces ocurrió. El Conde de Uxbridge nos reunió y nos dió una orden terrible. Debíamos reunir a los caballos supervivientes, unos mil, llevarlos hacia una playa, llamada de San Amaro, y sacrificarlos. No había alternativa. No podíamos llevarlos en nuestros atestados barcos, ni podíamos dejar a esos caballos entrenados en manos francesas. Entonces el herrero de mi regimiento, congestionado y lloroso me ordenó acompañarle. Debíamos establecer una ruta para trasladar a las pobres bestias a un lugar para sacrificarlos.
 Entramos en la muralla de la ciudad. Penetramos, al atardecer, por la puerta mas cercana al puerto.Sombras de soldados se movian agitadamente . Atravesamos el centro de la población, formado por casas de pescadores. Enseguida nos encontramos con la parte mas estrecha de esta ciudad, atestada de embarcaciones en dique seco. Mas soldados se afanaban en formar barricadas con ellas.Estábamos en pleno centro del barrio llamado La Pescadería. En ocasiones podíamos entrever,a nuestra deecha, por las callejuelas, las luces del puerto. Salimos de la ciudad por el este, por el camino de la torre romana. A lo lejos el gran faro saludaba, recortado contra la luz de la luna, nuestro trágica misión. Cruzamos una zona de hierba alta, azotada por el viento marino, dejando a nuestra derecha un cementerio.A nuestra izquierda, unos molinos miraban al mar. Entonces vimos la playa. Allá abajo, solitaria. Allí debíamos hacerlo.Era el lugar ideal
 Un camino a la derecha descendia hasta el mar. Apenas era un sendero de tierra que surcabauna cuesta rocosa, difícil de bajar, pero mas difícil de subir. Allí abajo los caballos estarían atrapados.. Cuando llegamos a la arena nos encontramos con una patrulla nuestra. Estaban bastante borrachos y tenían orden de esperarnos e irse en un chalupa. El embarque era en otra parte.
                                                                               (Continuará)

3 comentarios:

Dynara dijo...

Madre mia, pobres caballos y pobre narrador...me ha impactado mucho...ya tengo ganas de saber como continuará.
¡Un saludo!

Egeria dijo...

Uhmmmm, yo también espero impaciente la segunda parte. ¿la historia de los caballos fué real, no?
¿en una famosa batalla de La Coruña?
Si contestarme, desvela algo del "continuará", tendré que contentarme, con esperar.

Leonidas dijo...

Dynara: Gracias por ts elogios. Me animan mucho. La Segunda parte saldrá aproximadamente, dentro dee siete días.
Egeria:Veo, como siempre, que estás bien informada. El suceso que sirve como base al relato es que después de la batalla de Elviña los ingleses reembarcaron hacia su país. Como los barcos iban atestados de personas, los regimientos de caballería tuvieron que dejar en tierra sus caballos, alrededor de unos mil.
Ya, durante la batalla, había habido problemas pues el fragor de la misma provocó una estampida por la antigua zona de "la pescadería". Además los ingleses, no querían dejar en manos francesas algo tan valioso como un millar de caballos de batalla. Ello les llevó a tomar una terrible determinación...

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